Estos dispositivos son geniales: pequeños, discretos y con mayores capacidades de almacenamiento cada día, permiten transportar con facilidad fotos, canciones, presentaciones y miles de datos. Sin embargo, pueden convertirse en un arma de doble filo.
Sucede que todas las ventajas de los pen drives pueden volverse en contra de la empresa cuando quien lo porta es alguien malintencionado, o que inserta “promiscuamente” su pen drive en cuanto puerto USB encuentra. ¿Por qué? Con un dispositivo de este tipo, un empleado desleal podría copiar la base de clientes de la compañía donde trabaja, o cualquier otro tipo de documento. De la misma manera, podría insertar en la PC un pen drive infectado y dispersar rápidamente el malware por toda la red de la compañía.
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