En la mañana de los atentados del 11 de septiembre de 2001 no acudió al trabajo ninguno de los más prestigiosos banqueros y financieros que todos los días ocupaban las Torres Gemelas. Del mismo modo que en el 11-M de Madrid, las víctimas fueron trabajadores. ¿Hay alguna lógica que explique esto, salvo que los autores trabajaban para los ricos y poderosos que se libraron del atentado? Cualquier otro día hubiera sido rutinario; con sólo 15 minutos de retraso, el gobierno habría enviado cazas a interceptar cualquier vuelo civil que se desviase de su rumbo. Sin embargo, aquella mañana los mecanismos de respuesta de las fuerzas aéreas estaban desactivados y los cuatro aviones secuestrados pudieron burlar, durante más de dos horas, el espacio aéreo más protegido del mundo. Siete semanas antes, Larry Silverstein, propieta- rio del WTC, arrendó el complejo y contrató un seguro con 22 compañías distintas que cubría «daños de propiedad e interrupción de los negocios». Fue el gran beneficiado financiero de los atentados terroristas, pues cobró 7.000 millo- nes de dólares. Las firmas Morgan-Stanley-Dean-Witter y Merril Lynch, ambas localizadas en las Torres Gemelas (una en cada torre), compra ron acciones de las líneas aéreas afectadas, American y United, entre el 6 y el 10 de septiembre, mediante “put options” multimillonarias. Ninguno de los altos ejecutivos de ambas compañías estaba en su oficina a la hora fatal. Entonces se preguntará, ¿Por qué no sale todo esto en televisión? Satisfaga su justa curiosidad co
martes, 27 de octubre de 2009
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